Que el triatlón, en concreto la larga distancia, o cualquier otro deporte de resistencia, como la carrera de fondo (marathon, ultramarathon, trail, etc.) es un deporte individual, lo tenemos todos muy claro. Para aquellos que en ocasiones sentimos la necesidad de aislarnos del vértigo de la rutina, ese momento de la carrera, o de la sesión de entrenamiento, en que uno tiene que volver sus ojos hacia adentro y encuentra el alivio producido por la soledad y la introspección, es simplemente mágico. Pero esta soledad buscada, íntima y cálida, es completamente distinta de esa otra soledad, fría y angustiosa, que le llena a uno de dudas cuando la temporada se hace larga y uno pierde su punto de referencia.
Cuando pensamos en la preparación para un Ironman solemos centrarnos inmediatamente en la dureza del entrenamiento físico, pero tendemos a olvidar el aspecto psicológico. La temporada es muy larga y algunas sesiones pueden hacer que llegués a tu carrera de máxima prioridad totalmente quemado mentalmente. Por eso, aunque en el momento de la verdad vayas a estar tú solo, entrenar con un equipo durante el año me parece tan importante. Y sin embargo, el otro día estaba pensando acerca de lo paradójico del asunto: ¿Cómo el triatleta, celoso de sus entrenos y obsesivo por lo general, puede encotrarse agusto en un grupo que puede llegar a ser muy heterogeneo?
Hablo desde la experiencia cuando os digo que el año pasado entrené yo solo para preparar mi primer Ironman y sin embargo este año he pasado a formar parte del Club Fisico - A6 y la historia a cambiado completamente. Aparte de la orientación que un triatleta novato como yo recibe de un entrenador y de otros compañeros con mayor experiencia, está el hecho de tener puntos de referencia en los que apoyarse a lo largo de la temporada y sobretodo esa sensación de saber que uno no está solo en esta empresa que, en algunos momentos, se antoja más difícil de lo que esperaba.
Pero volviendo a la pregunta que me hacía, ordenando las fotos que hice el otro día en el test de 5.000 m, me di cuenta de qué es lo que hace que nos sintamos tan agusto en un club. Y es que, independientemente de lo distintos que podemos llegar a ser todos sus integrantes, a todos nos une un sentiemiento común, que es el afán por la superación. En eso, en el saber que hemos hecho algo lo mejor que hemos podido, somos todos iguales. Y sabiendo que los límites son relativos y propios a cada individuo, en lugar de absolutos o colectivos, disfrutamos viendo como cada uno lucha contra los suyos. Para mi no importa el tiempo que tardas en cruzar la meta. Lo que importa es que hayas dado lo mejor de ti mismo para hacerlo. En la primera foto podeis ver a Oscar y a Anita en su cuarta y tercera vuelta respectivamente, los dos sonrientes y dándo lo máximo. Distinto nivel, mismo sentimiento.
Cuando pensamos en la preparación para un Ironman solemos centrarnos inmediatamente en la dureza del entrenamiento físico, pero tendemos a olvidar el aspecto psicológico. La temporada es muy larga y algunas sesiones pueden hacer que llegués a tu carrera de máxima prioridad totalmente quemado mentalmente. Por eso, aunque en el momento de la verdad vayas a estar tú solo, entrenar con un equipo durante el año me parece tan importante. Y sin embargo, el otro día estaba pensando acerca de lo paradójico del asunto: ¿Cómo el triatleta, celoso de sus entrenos y obsesivo por lo general, puede encotrarse agusto en un grupo que puede llegar a ser muy heterogeneo?
Hablo desde la experiencia cuando os digo que el año pasado entrené yo solo para preparar mi primer Ironman y sin embargo este año he pasado a formar parte del Club Fisico - A6 y la historia a cambiado completamente. Aparte de la orientación que un triatleta novato como yo recibe de un entrenador y de otros compañeros con mayor experiencia, está el hecho de tener puntos de referencia en los que apoyarse a lo largo de la temporada y sobretodo esa sensación de saber que uno no está solo en esta empresa que, en algunos momentos, se antoja más difícil de lo que esperaba.
Pero volviendo a la pregunta que me hacía, ordenando las fotos que hice el otro día en el test de 5.000 m, me di cuenta de qué es lo que hace que nos sintamos tan agusto en un club. Y es que, independientemente de lo distintos que podemos llegar a ser todos sus integrantes, a todos nos une un sentiemiento común, que es el afán por la superación. En eso, en el saber que hemos hecho algo lo mejor que hemos podido, somos todos iguales. Y sabiendo que los límites son relativos y propios a cada individuo, en lugar de absolutos o colectivos, disfrutamos viendo como cada uno lucha contra los suyos. Para mi no importa el tiempo que tardas en cruzar la meta. Lo que importa es que hayas dado lo mejor de ti mismo para hacerlo. En la primera foto podeis ver a Oscar y a Anita en su cuarta y tercera vuelta respectivamente, los dos sonrientes y dándo lo máximo. Distinto nivel, mismo sentimiento.
No sabes la satisfacción que me produce leer esta entrada: me alegro de tenerte en el club.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo Alvaro!! aunque ayer te odié durante unos cuantos minutos entre piedras y piñas ;)
ResponderEliminarSolo no, con amigos¡¡ ;D
ResponderEliminar