miércoles, 27 de enero de 2010

Montecarlo 'bike fitting'

Después de una semana en cama y otra arrastrando las consecuencias del estreptococo 'asesino' que me atropeyó, me voy recuperando poco a poco. Lo que más me ha costado retomar ha sido la bici y el gimnasio, ya que en el agua apenas me he enterado (excepto por los ataques de tos) y corriendo ya estoy rodando otra vez a los mismos ritmos que antes de Navidad. Quedarse en cualquier repecho da mal rollo, pero lo que de verdad ha hecho que me coma las uñas hasta los nudillos ha sido recibir en casa todo el material que llevaba semanas esperando y no poder salir a darle caña.

Curiosamente, a la vez que desenvolvía mi cuadro nuevo, de pura carambola recuperaba también mi primera bicicleta de carretera, una Peugot Ventoux que me compró mi padre hace 20 años en el Corte Inglés. Ni se preocupó por la talla, asi que con 12 años andaba yo metíendome salidas de 70 Km por Mallorca con una bici que me venía enorme y sin saber que el Ventoux es esa mítica montaña desde la que se 'ven' los Campos Eliseos en Julio (que sacrilegio por Dios). Años después fue mi medio de transporte cuando estudiaba en Londres y no tenía dinero ni para el autobus. Ahora me vendrá bien para moverme por Majadahonda y no preocuparme de que me la puedan robar a la puerta de cualquier supermercado.




Cuando me propusieron hacer el Ironman por primera vez, mi excusa inmediata fue - "Es que no tengo bici." Un par de semanas más tarde encontré una verdadera preciosidad de Specialized Tarmac Elite por un buen precio. Después de años de bici de montaña, esta 'flaca' me parecía un auténtico tiro. Y como por aquel entonces tenía menos idea aún que ahora, pensé que para adaptarla a carreras de triatlón bastaría con ponerle un acople...




El primer día que salí con ella e intenté acoplarme no podía creerme lo incomoda que resultaba la posición. No sabía que parte del cuerpo me dolía más, si la espalda, los hombros, los triceps o ... bueno... o esa. Y por supuesto me resultaba casi imposible pedalear con fuerza. A partir de ahí, empezó un largo proceso de ensayo y error que ha durado mas de un año hasta encontrar la postura que resultase eficiente y que equilibrase los tres aspectos que para mi son fundamentales sobre la bici: aerodinámica, potencia y comodidad.

Por supuesto, el primer pensamiento fue - "Claro, voy incomodo porque no es una bici específica de triatlón..." Probé con una potencia más corta y adelantando el sillín sobre una tija neutra y mejoré significativamente, por lo menos la comodidad. Entonces me encapriché locamente de una Specialized Transition que vi en una revista y después de un par de semanas de comerle la cabeza a Laura, la medio engañe para que me dejase meter en casa una cuarta bici.




Por aquel entonces no teníamos trastero y entre el salón y uno de los dormitorios habíamos distribuido la bici de montaña, la de descenso, la de carretera y ahora la 'cabra'. En las dos primeras salidas estaba tan emocionado y le pisaba tan fuerte a las bielas que no llegué a tener sensaciones 'reales' sobre la bici, pero cuando se me pasó el subidón y empecé a rodar con normalidad me di cuenta de que aquello me resultaba de todo menos cómodo. La postura me mataba y el 52 se me atragantaba. Además, preocupado por lo 'larga' que me había resultado la Tarmac, me compré la Transition en talla S y me quedaba un poco pequeña. La prueba definitiva la hice en una salida de 130 Km de Brunete a Miraflores y vuelta. Cuando llegué a casa me dolían tanto los hombros que se me hacía imposible pensar si quiera en correr una maratón. "Y ahora... ¿Qué hago?" Laura me había 'invitado' a deshacerme de una de las bicis y había vendido la Tarmac (cosa de la que siempré me arrepentiré, que pena me dio), así que tuve mi primer momento de crisis existencial triatlética ¿Quedarme la Transition y comprometer el Ironman? ¿O arriesgarme a que Laura me matase, esta vez con razón, por aparecer en casa con la tercera bici en solo tres meses?

La decisión fue drástica pero correcta: deshacerme de la Transition, una bici que, aunque muy bonita, no parecía que fuese a ponerme en T2 en disposición de correr con garantías de nada. Me fue imposible encontrar otra Tarmac a buen precio, asi que me decidí por una bici que me recomendaron mucho y que resultó muy buena elección: la Lapierre X-Lite 400.




Como ya había escarmentado con las otras dos, decidí ir a lo seguro ¡No más catálogos! Probé la bici en la tienda hasta que estuve seguro de la talla, cambíe el 52-39 que llevaba por un Compact y estuvé usándola todo el invierno hasta acostumbrarme a ella. En primavera le puse el manillar de cabra y los acoples y una ruedas que conseguí por muy buen precio. En Mayo la usé en mi primer triatlón de larga distancia en Calella con un parcial de 2h34 en 90 Km, y un mes después en Frankfurt.



Había encontrado una postura muy comoda que me permitía pedalear bien durante 180 Km. Tema potencia y comodidad resuelto. Faltaba la aerodinámica. Y como me prometí que si acababa el Ironman me volvería a plantear lo de la cabra, en Agosto empezé a fantasear con ello otra vez. Por si esto no fuera suficiente, en una presentación de Alvaro Velazquez me horroricé al saber que el 65% de la potencia sobre la bici se pierde literalmente en rozamiento con el aire. Estaba convencido.

Esta vez nada de experimentos. Lo tenía claro: quería una Cervélo. En Frankfurt me harte de ver pasar tios con Cervelos y aunque la Argon también me gustaba, al final el peso de la estadística se impuso. Y otra vez empezó el calvario de elegir la talla. Me puse en contacto con los distribuidores en Madrid y ninguno tenía bicis de muestra. En el Festibike, el stand de Cervelo solo tenía una talla 56. Me harté de leer foros en donde la gente opinaba sobre el tema. Pasé noches sin dormir y según Laura profería ruidos ininteligibles entre los que sólo lograba distinguir dos palabras - "mmmmsssscincuentaaaayunoooo?... ooOooOOo.. mmmsssscincuentaaayycuaatroo?"

Parece increible que uno vaya a comprarse un cuadro de 1800 euros (P2C) o de 2800 euros (P3C) y tenga que elegir la talla chupándose el dedo y sacándolo por la ventana para ver de donde viene el aire. Si, ya lo sé, esto no es USA, pero allí tienen servicios verdaderamente profesionales que te permiten hacer un 'bike fitting' en la propia tienda a través del cual, no solo te recomiendan una talla, sino la marca que mejor se adapta a tus características. Eso es dar un valor añadido a la distribución del material y no como aquí, en donde te venden un cuadro como podían venderte una caja de churros. En fin, que como estaba cómodo con mi postura en la Lapierre, me decidí por una P2C en la talla que más se parecia a ella, la 54.




La cosa fue bien durante un par de meses. Yo estaba encantado con mi P2C (preciosa ¡Que bici más bonita!) y a medida que iba quitando anillas de la pipa de la horquilla me creía más y más aerodinámico. Hasta que me hice la foto... y vi el desastre. Sin más anillas que quitar y ni un centímetro que rascar de ningún sitio, la verdad se hizo evidente ante mis ojos: me había equivocado de talla ¡Otra vez! Pero como a estas alturas uno ya está curado de espanto, pues nada de lamentos y vuelta a empezar: vender el cuadro y buscar otro en talla 51. Y ya que estamos, pues tirar la casa por la ventana y que sea un P3C. Y para terminar de arreglarlo, pues le ponemos unas Zipp y un manillar Hed V8 ¿no?

Jaime me ayudó buscando el material a buen precio y Josele se quedó con la P2C, en la que va como un misil. Para las Zipp tuve que deshacerme de mi Specialized SX Trail de enduro, otra bici a la que tenía un cariño especial. Y luego vino la otra decisión que me tuvo noches sin dormir también: tubular o cubierta. Para esto recogí opiniones de todo tipo y estuve a punto de dejarme engatusar por los cantos de sirena de los que me recomendaban tubular, pero al final la sensatez me hizo decidirme por la cubierta. No sea que la vayamos a liar y estropeemos la carrera que se pasa uno preparando todo un año.

Así que después de un año de hacer y deshacer, de probar distintas posturas y material, de equivocarme y volverme a equivocar... de aprender, en definitiva... aquí lo teneis, el producto final: Cervelo P3C. Cuando terminé de ajustarla en casa, la miré y pensé - "¡Hostias! Creo que me he pasado tres pueblos". Depués vi en una revista a Marcel Zamora con la misma bici y me dio hasta vergüenza. Pero, como dice Carlos, vamos a disfrutar de esto que son dos días. Y como dice Kayto, ganar igual no ganamos nada, pero en las fotos vamos a salir espectaculares.




Me toca trabajar todavía un poco la postura, pero os puedo decir que con los ajustes básicos ha mejorado mucho respecto a la P2C. Y aun me quedan 2 cm para bajar el manillar, así que hay margen de mejora. En el próximo post os pondré las fotos comparando ambas posturas.

Por cierto, el método de Montecarlo es "un método numérico que permite resolver problemas físicos y matemáticos mediante la simulación de variables aleatorias". Vamos, que pruebas con un número al azar y si no te gusta el resultado pruebas con otro... y así hasta que das con el número que más se aproxima a la solución. Ensayo y error, vaya. Tiene narices que haya tenido que hacer el 'bike fitting' asi ¿eh?

domingo, 10 de enero de 2010

Nunca subestimeis las cosas pequeñas

Coged una regla de escritorio. Tomad 1 milímetro. Dividirlo en 10.000 partes iguales. Tomad una de esas partes. Ese es el tamaño de un virus, unos 100 nanometros aproximadamente. Pequeño ¿no? Insignificante diría yo. Pues bien, algo así de pequeño me ha tenido apartado en la cuneta una semana. Y lo que me queda.




"Organismo de estructura muy sencilla, compuesto de proteinas y ácidos nucleicos, y capaz de reproducirse sólo en el seno de células vivas específicas, utilizando su metabolismo". Esa es la definición de virus. Lo que no te dice la Real Academia es que los hay de distintas clases, y los que son un poco cabrones, con perdon, además de hacer eso que dicen que hacen, te provocan dolor muscular, inflamación de las vías respiratorias, congestión nasal, fiebre, nauseas y diarrea. Hablando en plata, que te sientes como si te hubiesen molido a palos, toses como un perro moribundo, se te caen los mocos, te arde la frente como un radiador y encima vomitas y te vas por las patas abajo. Todo por el bichejo ese. Que encima no tiene ni el detalle de llamar a la puerta. Llega cuando menos te lo esperas. Y como sólo hay una cosa más inquebrantable que el Principio de Conservación de la Energía, y esa es la Ley de Murphy, el primero de los síntomas ha der ser, necesariamente, siempre el más inoportuno, verbi gratia la diarrea. A mi me llegó el martes pasado mientras hacía mi sesión de carrera del mediodía en medio de una serie a 3:55. Sin ningún sitio donde esconderme, ningún baño a la vista y a 6 Km del trabajo la única alternativa era apretar el orto, correr y rezar todo lo que supiese. En este caso mi Fe no fue lo suficientemente profunda como para salvarme, pero los detalles me los ahorro para otra ocasión alrededor de unas cañas.

En resumen, llevo cinco días metido en casa, nauseabundo, hecho polvo, viendo las estrellas cada vez que toso o estornudo por el dolor de garganta y, desde ayer, febril. Si a eso le añadimos que desde el día 23 de Diciembre, en que me dieron las vacaciones, no he podido salir ni un día a montar en bici como Dios manda... y que en los útlimos 25 días he podido ver el Sol una medía hora... empiezo a estar un poco hartito de este invierno peninsular.

Ahora toca empezar desde el principio. Sólo puedo intentar ser positivo: es mejor estar enfermo ahora que en Marzo o Abril. Además, esto es como resetear el cuerpo para empezar el específico de Roth con una página en blanco. Y como decía Mo'at en Avatar, una peli que me ha cautivado, "no se puede llenar un vaso que ya está lleno". Así que, si se trataba de vaciarlo, entonces este virus ha llegado en el momento más oportuno ¡JA! ¿Que tienes que decir ahora Murphy?

viernes, 1 de enero de 2010

San Silvestre 2009, el último calentón del año

Mi sentimiento hacia la San Silvestre Vallecana ha sido siempre una mezcla de amor y odio a partes iguales. La he corrido de todas las maneras, echando el higado con los de delante y en plan pachanguero con los de atrás. Y todos los años, sin excepción, llego a meta repitiéndome lo mismo: "No vuelvo a correrla así". Eso cuando no pienso "No vuelvo a correrla", directamente. Así hasta el año siguiente, cuando pierdo el culo por apuntarme en cuanto salen los dorsales, porque ultimamente vuelan en cinco días. Asi que ¿Por qué demonios sigo haciéndolo?

El último día del año todos tendemos de forma natural a hacer un balance de las cosas buenas y malas que nos han pasado, de nuestros éxitos, nuestras decepciones y proyectos cumplidos o incumplidos. Para hacer esa pequeña introspección, a mi me gusta encontrar un momento de soledad. Resulta irónico hacerlo rodeado de 30.000 personas. Me gusta reflexionar mientras corro. Hacerlo entre tantas personas me hace sentir insignificante. Mi ombligo deja de ser el centro de mi Universo y pienso en que mis preocupaciones probablemente son insignificantes si las comparo con muchas de las personas que corren a mi alrededor. Recorro las calles de la ciudad en la que he nacido y crecido pensando en la primera vez que corrí la San Silvestre hace unos 7 años sin tener todas conmigo de ser capaz de terminar. Supongo que será la combinación de muchas cosas, la fecha, el recorrido, el estado de ánimo de todas esas personas que dejan un año difícil atrás con la esperanza de que el próximo sea un poco mejor... yo que sé! El caso es que, independientemente de lo bien o mal organizada que esté la carrera, cosa que no voy a entrar a valorar, de si está bien medida o no, o si el color de la camiseta de este año es un poco hortera, uno se siente inexplicablemente bien corriendo por la Castellana, Atocha, Vallecas...

Este año era además especial por correr con mis compañeros de equipo. Contratamos un minibus que nos vino a recoger a Físico y nos dejó en el Bernabeu a las 16:40. Ropero, baños, fotos, calentamiento y a pelearse por entrar en el cajon... el ritual
habitual.




Mi mejor marca en carrera homologada de 10 Km hasta la fecha: 46:26 en 2008 aunque mi paso por el Km 10 en la Media Maratón de Madrid de 2009 fue 44:50. No me pregunteis como pero, sabiendo que podía acercarme al 40:00 en esta ocasión, había conseguido una pulsera para entrar en el cajón de <>ente seguro que habría sido imposible. Mi estrategia: correr a 3:55 cada Km hasta el 8 y guardar 40'' para 'cederlos' en la subida de la Albufera, hacer ese Km en 4:40 y después darlo todo hasta la meta para bajar de 40:00.




Cuando dan la salida a las 18:00 en punto ya había comenzado a llover. En la subida de Concha Espina me despido de mi esperanza de sub-40. Los que han salido delante de mi van practicamente caminando. Corredores sin dorsal se cuelan a escasos 100 m de la salida con mochilas, disfraces, niños y ¡carritos de bebé! No doy crédito a lo que veo. Pienso que la gente no se para un solo minuto a pensar en sus acciones
. Si vas a correr en plan social con tu hijo/a y disfrazado de lagarterana a ritmo de 5:30... no te metas delante de los que van más rápido porque les vas a molestar! Demuestra una falta de madurez y empatía absoluta.

En el paso por el Km 1 confirmo el desastre: 4:50. Ala, todo el plan de carrera al cuerno! Esos 50'' van a ser imposibles de recuperar hoy. Para colmo empieza a granizar cuando bajamos por Vitruvio ¡Granizo! ¿Es una broma? Nos tenemos que tapar la cara con la mano porque hace daño. Al llegar a Castellana la carrera se abre hacia los lados y por
fin se puede correr sin agobios. Desde ahí hasta el Puente de Vallecas intento ajustarme al ritmo que me había propuesto sin reventar. En la subida a la Albufera me clavo, y aunque consigo ir a más en la segunda parte, termino con un flato horripilante que me hipoteca el último Km. Cruzo la meta en 41:34 entre decepcionado y muy contento. Analizando los datos de mi Garmin creo que puedo estar satisfecho. El paso por el Km 10 real me sale en 41:09 y mis parciales son: 4:48, 3:58, 3:48, 3:54, 3:53, 3:59, 3:59, 4:01, 4:32 y 4:12. No habría hecho sub-40 ni corriendo bien el primer Km, pero habría estado cerca, lo cual me hace sentir mejor por haber 'mentido' un poquito con el cajón de salida.

Antes de la fiesta que nos espera en el minibus toca un rato de infierno: encontrar la furgo del ropero, recoger la ropa, salir del caos de la meta y andar 1 Km hasta el minibus, todo ello bajo la lluvia gélida que no para de caer. Encuentro a Kairoo, Rutho y Kayto en la furgo y subimos al trote hasta el punto de encuentro con el minibus. Ropa seca, la calefacción a tope y todo vuelven a ser sonrisas.




Después de recuperar al resto de miembros del equipo poco a poco, partimos hacia casa y empieza la celebración. Kayto descorcha el champán y brindamos por el nuevo año, por el proyecto A6, por Roth, Lanzarote, Embrun y todo lo que se nos ocurre. De hecho, brindamos tanto que antes de llegar a la M40 yo ya llevo una castaña importante. De repente Josele y Patri sacan una c
aja de bollos. No lo puedo creer ¡Panteras Rosas! Lágrimas de alegría corren por mis mejillas ¡Que subidón! Laura, Rodrigo...algunos de mis seres más queridos van conmigo en ese bus. Otros, muy especiales, que han entrado en mi vida en estos últimos meses también me acompañan ¿Se puede terminar el año de mejor forma?




Al llegar a Físico bajo como puedo del minibus y me voy a casa con Laura. Un año redondo termina, un nuevo año comienza... ¿Qué nos deparará?