Después de una semana en cama y otra arrastrando las consecuencias del estreptococo 'asesino' que me atropeyó, me voy recuperando poco a poco. Lo que más me ha costado retomar ha sido la bici y el gimnasio, ya que en el agua apenas me he enterado (excepto por los ataques de tos) y corriendo ya estoy rodando otra vez a los mismos ritmos que antes de Navidad. Quedarse en cualquier repecho da mal rollo, pero lo que de verdad ha hecho que me coma las uñas hasta los nudillos ha sido recibir en casa todo el material que llevaba semanas esperando y no poder salir a darle caña.
Curiosamente, a la vez que desenvolvía mi cuadro nuevo, de pura carambola recuperaba también mi primera bicicleta de carretera, una Peugot Ventoux que me compró mi padre hace 20 años en el Corte Inglés. Ni se preocupó por la talla, asi que con 12 años andaba yo metíendome salidas de 70 Km por Mallorca con una bici que me venía enorme y sin saber que el Ventoux es esa mítica montaña desde la que se 'ven' los Campos Eliseos en Julio (que sacrilegio por Dios). Años después fue mi medio de transporte cuando estudiaba en Londres y no tenía dinero ni para el autobus. Ahora me vendrá bien para moverme por Majadahonda y no preocuparme de que me la puedan robar a la puerta de cualquier supermercado.
Cuando me propusieron hacer el Ironman por primera vez, mi excusa inmediata fue - "Es que no tengo bici." Un par de semanas más tarde encontré una verdadera preciosidad de Specialized Tarmac Elite por un buen precio. Después de años de bici de montaña, esta 'flaca' me parecía un auténtico tiro. Y como por aquel entonces tenía menos idea aún que ahora, pensé que para adaptarla a carreras de triatlón bastaría con ponerle un acople...
El primer día que salí con ella e intenté acoplarme no podía creerme lo incomoda que resultaba la posición. No sabía que parte del cuerpo me dolía más, si la espalda, los hombros, los triceps o ... bueno... o esa. Y por supuesto me resultaba casi imposible pedalear con fuerza. A partir de ahí, empezó un largo proceso de ensayo y error que ha durado mas de un año hasta encontrar la postura que resultase eficiente y que equilibrase los tres aspectos que para mi son fundamentales sobre la bici: aerodinámica, potencia y comodidad.
Por supuesto, el primer pensamiento fue - "Claro, voy incomodo porque no es una bici específica de triatlón..." Probé con una potencia más corta y adelantando el sillín sobre una tija neutra y mejoré significativamente, por lo menos la comodidad. Entonces me encapriché locamente de una Specialized Transition que vi en una revista y después de un par de semanas de comerle la cabeza a Laura, la medio engañe para que me dejase meter en casa una cuarta bici.
Por aquel entonces no teníamos trastero y entre el salón y uno de los dormitorios habíamos distribuido la bici de montaña, la de descenso, la de carretera y ahora la 'cabra'. En las dos primeras salidas estaba tan emocionado y le pisaba tan fuerte a las bielas que no llegué a tener sensaciones 'reales' sobre la bici, pero cuando se me pasó el subidón y empecé a rodar con normalidad me di cuenta de que aquello me resultaba de todo menos cómodo. La postura me mataba y el 52 se me atragantaba. Además, preocupado por lo 'larga' que me había resultado la Tarmac, me compré la Transition en talla S y me quedaba un poco pequeña. La prueba definitiva la hice en una salida de 130 Km de Brunete a Miraflores y vuelta. Cuando llegué a casa me dolían tanto los hombros que se me hacía imposible pensar si quiera en correr una maratón. "Y ahora... ¿Qué hago?" Laura me había 'invitado' a deshacerme de una de las bicis y había vendido la Tarmac (cosa de la que siempré me arrepentiré, que pena me dio), así que tuve mi primer momento de crisis existencial triatlética ¿Quedarme la Transition y comprometer el Ironman? ¿O arriesgarme a que Laura me matase, esta vez con razón, por aparecer en casa con la tercera bici en solo tres meses?
La decisión fue drástica pero correcta: deshacerme de la Transition, una bici que, aunque muy bonita, no parecía que fuese a ponerme en T2 en disposición de correr con garantías de nada. Me fue imposible encontrar otra Tarmac a buen precio, asi que me decidí por una bici que me recomendaron mucho y que resultó muy buena elección: la Lapierre X-Lite 400.
Como ya había escarmentado con las otras dos, decidí ir a lo seguro ¡No más catálogos! Probé la bici en la tienda hasta que estuve seguro de la talla, cambíe el 52-39 que llevaba por un Compact y estuvé usándola todo el invierno hasta acostumbrarme a ella. En primavera le puse el manillar de cabra y los acoples y una ruedas que conseguí por muy buen precio. En Mayo la usé en mi primer triatlón de larga distancia en Calella con un parcial de 2h34 en 90 Km, y un mes después en Frankfurt.
Había encontrado una postura muy comoda que me permitía pedalear bien durante 180 Km. Tema potencia y comodidad resuelto. Faltaba la aerodinámica. Y como me prometí que si acababa el Ironman me volvería a plantear lo de la cabra, en Agosto empezé a fantasear con ello otra vez. Por si esto no fuera suficiente, en una presentación de Alvaro Velazquez me horroricé al saber que el 65% de la potencia sobre la bici se pierde literalmente en rozamiento con el aire. Estaba convencido.
Esta vez nada de experimentos. Lo tenía claro: quería una Cervélo. En Frankfurt me harte de ver pasar tios con Cervelos y aunque la Argon también me gustaba, al final el peso de la estadística se impuso. Y otra vez empezó el calvario de elegir la talla. Me puse en contacto con los distribuidores en Madrid y ninguno tenía bicis de muestra. En el Festibike, el stand de Cervelo solo tenía una talla 56. Me harté de leer foros en donde la gente opinaba sobre el tema. Pasé noches sin dormir y según Laura profería ruidos ininteligibles entre los que sólo lograba distinguir dos palabras - "mmmmsssscincuentaaaayunoooo?... ooOooOOo.. mmmsssscincuentaaayycuaatroo?"
Parece increible que uno vaya a comprarse un cuadro de 1800 euros (P2C) o de 2800 euros (P3C) y tenga que elegir la talla chupándose el dedo y sacándolo por la ventana para ver de donde viene el aire. Si, ya lo sé, esto no es USA, pero allí tienen servicios verdaderamente profesionales que te permiten hacer un 'bike fitting' en la propia tienda a través del cual, no solo te recomiendan una talla, sino la marca que mejor se adapta a tus características. Eso es dar un valor añadido a la distribución del material y no como aquí, en donde te venden un cuadro como podían venderte una caja de churros. En fin, que como estaba cómodo con mi postura en la Lapierre, me decidí por una P2C en la talla que más se parecia a ella, la 54.
La cosa fue bien durante un par de meses. Yo estaba encantado con mi P2C (preciosa ¡Que bici más bonita!) y a medida que iba quitando anillas de la pipa de la horquilla me creía más y más aerodinámico. Hasta que me hice la foto... y vi el desastre. Sin más anillas que quitar y ni un centímetro que rascar de ningún sitio, la verdad se hizo evidente ante mis ojos: me había equivocado de talla ¡Otra vez! Pero como a estas alturas uno ya está curado de espanto, pues nada de lamentos y vuelta a empezar: vender el cuadro y buscar otro en talla 51. Y ya que estamos, pues tirar la casa por la ventana y que sea un P3C. Y para terminar de arreglarlo, pues le ponemos unas Zipp y un manillar Hed V8 ¿no?
Jaime me ayudó buscando el material a buen precio y Josele se quedó con la P2C, en la que va como un misil. Para las Zipp tuve que deshacerme de mi Specialized SX Trail de enduro, otra bici a la que tenía un cariño especial. Y luego vino la otra decisión que me tuvo noches sin dormir también: tubular o cubierta. Para esto recogí opiniones de todo tipo y estuve a punto de dejarme engatusar por los cantos de sirena de los que me recomendaban tubular, pero al final la sensatez me hizo decidirme por la cubierta. No sea que la vayamos a liar y estropeemos la carrera que se pasa uno preparando todo un año.
Así que después de un año de hacer y deshacer, de probar distintas posturas y material, de equivocarme y volverme a equivocar... de aprender, en definitiva... aquí lo teneis, el producto final: Cervelo P3C. Cuando terminé de ajustarla en casa, la miré y pensé - "¡Hostias! Creo que me he pasado tres pueblos". Depués vi en una revista a Marcel Zamora con la misma bici y me dio hasta vergüenza. Pero, como dice Carlos, vamos a disfrutar de esto que son dos días. Y como dice Kayto, ganar igual no ganamos nada, pero en las fotos vamos a salir espectaculares.
Me toca trabajar todavía un poco la postura, pero os puedo decir que con los ajustes básicos ha mejorado mucho respecto a la P2C. Y aun me quedan 2 cm para bajar el manillar, así que hay margen de mejora. En el próximo post os pondré las fotos comparando ambas posturas.
Por cierto, el método de Montecarlo es "un método numérico que permite resolver problemas físicos y matemáticos mediante la simulación de variables aleatorias". Vamos, que pruebas con un número al azar y si no te gusta el resultado pruebas con otro... y así hasta que das con el número que más se aproxima a la solución. Ensayo y error, vaya. Tiene narices que haya tenido que hacer el 'bike fitting' asi ¿eh?
Curiosamente, a la vez que desenvolvía mi cuadro nuevo, de pura carambola recuperaba también mi primera bicicleta de carretera, una Peugot Ventoux que me compró mi padre hace 20 años en el Corte Inglés. Ni se preocupó por la talla, asi que con 12 años andaba yo metíendome salidas de 70 Km por Mallorca con una bici que me venía enorme y sin saber que el Ventoux es esa mítica montaña desde la que se 'ven' los Campos Eliseos en Julio (que sacrilegio por Dios). Años después fue mi medio de transporte cuando estudiaba en Londres y no tenía dinero ni para el autobus. Ahora me vendrá bien para moverme por Majadahonda y no preocuparme de que me la puedan robar a la puerta de cualquier supermercado.
Cuando me propusieron hacer el Ironman por primera vez, mi excusa inmediata fue - "Es que no tengo bici." Un par de semanas más tarde encontré una verdadera preciosidad de Specialized Tarmac Elite por un buen precio. Después de años de bici de montaña, esta 'flaca' me parecía un auténtico tiro. Y como por aquel entonces tenía menos idea aún que ahora, pensé que para adaptarla a carreras de triatlón bastaría con ponerle un acople...
El primer día que salí con ella e intenté acoplarme no podía creerme lo incomoda que resultaba la posición. No sabía que parte del cuerpo me dolía más, si la espalda, los hombros, los triceps o ... bueno... o esa. Y por supuesto me resultaba casi imposible pedalear con fuerza. A partir de ahí, empezó un largo proceso de ensayo y error que ha durado mas de un año hasta encontrar la postura que resultase eficiente y que equilibrase los tres aspectos que para mi son fundamentales sobre la bici: aerodinámica, potencia y comodidad.
Por supuesto, el primer pensamiento fue - "Claro, voy incomodo porque no es una bici específica de triatlón..." Probé con una potencia más corta y adelantando el sillín sobre una tija neutra y mejoré significativamente, por lo menos la comodidad. Entonces me encapriché locamente de una Specialized Transition que vi en una revista y después de un par de semanas de comerle la cabeza a Laura, la medio engañe para que me dejase meter en casa una cuarta bici.
Por aquel entonces no teníamos trastero y entre el salón y uno de los dormitorios habíamos distribuido la bici de montaña, la de descenso, la de carretera y ahora la 'cabra'. En las dos primeras salidas estaba tan emocionado y le pisaba tan fuerte a las bielas que no llegué a tener sensaciones 'reales' sobre la bici, pero cuando se me pasó el subidón y empecé a rodar con normalidad me di cuenta de que aquello me resultaba de todo menos cómodo. La postura me mataba y el 52 se me atragantaba. Además, preocupado por lo 'larga' que me había resultado la Tarmac, me compré la Transition en talla S y me quedaba un poco pequeña. La prueba definitiva la hice en una salida de 130 Km de Brunete a Miraflores y vuelta. Cuando llegué a casa me dolían tanto los hombros que se me hacía imposible pensar si quiera en correr una maratón. "Y ahora... ¿Qué hago?" Laura me había 'invitado' a deshacerme de una de las bicis y había vendido la Tarmac (cosa de la que siempré me arrepentiré, que pena me dio), así que tuve mi primer momento de crisis existencial triatlética ¿Quedarme la Transition y comprometer el Ironman? ¿O arriesgarme a que Laura me matase, esta vez con razón, por aparecer en casa con la tercera bici en solo tres meses?
La decisión fue drástica pero correcta: deshacerme de la Transition, una bici que, aunque muy bonita, no parecía que fuese a ponerme en T2 en disposición de correr con garantías de nada. Me fue imposible encontrar otra Tarmac a buen precio, asi que me decidí por una bici que me recomendaron mucho y que resultó muy buena elección: la Lapierre X-Lite 400.
Como ya había escarmentado con las otras dos, decidí ir a lo seguro ¡No más catálogos! Probé la bici en la tienda hasta que estuve seguro de la talla, cambíe el 52-39 que llevaba por un Compact y estuvé usándola todo el invierno hasta acostumbrarme a ella. En primavera le puse el manillar de cabra y los acoples y una ruedas que conseguí por muy buen precio. En Mayo la usé en mi primer triatlón de larga distancia en Calella con un parcial de 2h34 en 90 Km, y un mes después en Frankfurt.
Había encontrado una postura muy comoda que me permitía pedalear bien durante 180 Km. Tema potencia y comodidad resuelto. Faltaba la aerodinámica. Y como me prometí que si acababa el Ironman me volvería a plantear lo de la cabra, en Agosto empezé a fantasear con ello otra vez. Por si esto no fuera suficiente, en una presentación de Alvaro Velazquez me horroricé al saber que el 65% de la potencia sobre la bici se pierde literalmente en rozamiento con el aire. Estaba convencido.
Esta vez nada de experimentos. Lo tenía claro: quería una Cervélo. En Frankfurt me harte de ver pasar tios con Cervelos y aunque la Argon también me gustaba, al final el peso de la estadística se impuso. Y otra vez empezó el calvario de elegir la talla. Me puse en contacto con los distribuidores en Madrid y ninguno tenía bicis de muestra. En el Festibike, el stand de Cervelo solo tenía una talla 56. Me harté de leer foros en donde la gente opinaba sobre el tema. Pasé noches sin dormir y según Laura profería ruidos ininteligibles entre los que sólo lograba distinguir dos palabras - "mmmmsssscincuentaaaayunoooo?... ooOooOOo.. mmmsssscincuentaaayycuaatroo?"
Parece increible que uno vaya a comprarse un cuadro de 1800 euros (P2C) o de 2800 euros (P3C) y tenga que elegir la talla chupándose el dedo y sacándolo por la ventana para ver de donde viene el aire. Si, ya lo sé, esto no es USA, pero allí tienen servicios verdaderamente profesionales que te permiten hacer un 'bike fitting' en la propia tienda a través del cual, no solo te recomiendan una talla, sino la marca que mejor se adapta a tus características. Eso es dar un valor añadido a la distribución del material y no como aquí, en donde te venden un cuadro como podían venderte una caja de churros. En fin, que como estaba cómodo con mi postura en la Lapierre, me decidí por una P2C en la talla que más se parecia a ella, la 54.
La cosa fue bien durante un par de meses. Yo estaba encantado con mi P2C (preciosa ¡Que bici más bonita!) y a medida que iba quitando anillas de la pipa de la horquilla me creía más y más aerodinámico. Hasta que me hice la foto... y vi el desastre. Sin más anillas que quitar y ni un centímetro que rascar de ningún sitio, la verdad se hizo evidente ante mis ojos: me había equivocado de talla ¡Otra vez! Pero como a estas alturas uno ya está curado de espanto, pues nada de lamentos y vuelta a empezar: vender el cuadro y buscar otro en talla 51. Y ya que estamos, pues tirar la casa por la ventana y que sea un P3C. Y para terminar de arreglarlo, pues le ponemos unas Zipp y un manillar Hed V8 ¿no?
Jaime me ayudó buscando el material a buen precio y Josele se quedó con la P2C, en la que va como un misil. Para las Zipp tuve que deshacerme de mi Specialized SX Trail de enduro, otra bici a la que tenía un cariño especial. Y luego vino la otra decisión que me tuvo noches sin dormir también: tubular o cubierta. Para esto recogí opiniones de todo tipo y estuve a punto de dejarme engatusar por los cantos de sirena de los que me recomendaban tubular, pero al final la sensatez me hizo decidirme por la cubierta. No sea que la vayamos a liar y estropeemos la carrera que se pasa uno preparando todo un año.
Así que después de un año de hacer y deshacer, de probar distintas posturas y material, de equivocarme y volverme a equivocar... de aprender, en definitiva... aquí lo teneis, el producto final: Cervelo P3C. Cuando terminé de ajustarla en casa, la miré y pensé - "¡Hostias! Creo que me he pasado tres pueblos". Depués vi en una revista a Marcel Zamora con la misma bici y me dio hasta vergüenza. Pero, como dice Carlos, vamos a disfrutar de esto que son dos días. Y como dice Kayto, ganar igual no ganamos nada, pero en las fotos vamos a salir espectaculares.
Me toca trabajar todavía un poco la postura, pero os puedo decir que con los ajustes básicos ha mejorado mucho respecto a la P2C. Y aun me quedan 2 cm para bajar el manillar, así que hay margen de mejora. En el próximo post os pondré las fotos comparando ambas posturas.
Por cierto, el método de Montecarlo es "un método numérico que permite resolver problemas físicos y matemáticos mediante la simulación de variables aleatorias". Vamos, que pruebas con un número al azar y si no te gusta el resultado pruebas con otro... y así hasta que das con el número que más se aproxima a la solución. Ensayo y error, vaya. Tiene narices que haya tenido que hacer el 'bike fitting' asi ¿eh?