sábado, 20 de noviembre de 2010

Roth, punto y seguido

El año pasado tuvo sus momentos duros: nuevo sistema de entrenamiento al que adaptarse, nuevo entrenador, muchas cosas que aprender a base de paciencia... pero no pensé que lo que me iba a resultar más difícil de afrontar sería mantener el blog actualizado!

En fin, voy a tratar de reanimarlo y esta vez mantenerlo un poco más activo. Y lo hago con una entrada que tengo pendiente desde hace cuatro meses: Roth y mis conclusiones de un año estupendo.

Despues de unas últimas semanas bastante cañeras de entrenamientos ("El Infierno", como llama Jaime a ese periodo), llegamos a Roth el 14 de Julio con muchas ganas y muchos nervios. Los días anteriores a la carrera se resumen facilmente: 1.500 m de natación en el canal a las 7:00 am, desayuno, visita a la feria, reconocimiento de circuitos, comida, siesta, rodaje tranquilo con la bici, cena y a dormir. En la fería, aparte de arrasar con los tenderetes de material, se podía ver a muchos pros, como a Rebecca Keat, que tenía unos cuadriceps que no le entraban en los pantalones que llevaba (lastima que no se vea en la foto).

Despues de haber eliminado a Alemania y haber ganado el Mundial semanas antes, no perdimos ocasión de comerles la moral a los alemanes con las banderitas. Guerra psicológica.


Después de muchos momentos tensos, como antes de cualquier Ironman, llegó el día de la carrera. La natación me tenía particularmente preocupado porque llevaba meses sin encontrarme cómodo en el agua. Nunca me he sentido tan inseguro antes de empezar una carrera. A decir verdad, tenía hasta ganas de darme la vuelta y volverme al hotel. Laura no me acompañó esta vez porque estaba embarazada de casi ocho meses, pero en aquel momento es como si estuviese allí conmigo. Pensé en ella y en Hugo, el bebé que esperábamos... y en todas las horas que no estuve con ellos por estar entrenando. Echarme atrás hubiese hecho que todo ese tiempo robado careciese de sentido. Me metí en el agua con el único pensamiento de no defraudar a mi familia.

Al final, la natación mejor de lo que esperaba. Unicamente tuve un pequeño momento de crisis a 400 m del final en donde se me revolvió el estómago. Salí del agua en un tiempo mediocre, pero dentro de mis expectativas: 1:09:11. La T1 también dentro de lo planeado: 2:49


En la bici sólo tuve dos cosas en la cabeza desde el principio: watios y alimentación. El año anterior en Frankfurt había muerto en la maratón y sabía que había sido por no comer lo suficiente en la bici. Me pasé las dos vueltas controlando la potencia, comiendo y tratando de no vomitar. Los últimos 20 Km se me atragantaron un poco, pero cuando llegué a Roth me sentí contento porque había hecho exactamente la bici que quería, 5:23:33, y había comido todo lo que me había propuesto: 700 ml de Total Recovery, 16 geles PowerGel y tres barritas Mule Bar. Unas 3.000 KCal en total. En T2 me entretuve un poco porque la vejiga me iba a explotar, y como no soy pro, lo de hacermelo encima mientras corro de momento no me va: 3:36


Salí a correr con la incertidumbre de siempre y atento a las primeras sensaciones. Me encontraba sorprendentemente bien y los primeros kilómetros iban cayendo a 4:25. Al principio no me lo creía, pero a medida que iba pasando el tiempo me iba dando cuenta de lo que estaba pasando: había entrenado bien, había comido bien en la bici y ahora todo estaba saliendo como debía. Me relajé y disfruté corriendo hacia el primer punto de giro. Pasé la media maratón a la altura de donde estaba Jaime animándonos y le canté el tiempo: 1:40!. "No te digo nada!" me respondió. Ya sabía que hiciese lo que hiciese iba a superar la mejor de mis expectativas. Después de una maraton patética de 4:19 en Frankfurt el año anterior, me habia propuesto bajar de 3:50 en Roth. Corrí los ultimos 20 Km saboreando cada minuto, sabiendo que estaba haciendo la mejor carrera posible dentro de mis posibilidades. Sentía dolor en todas partes, pero me concentré en seguir haciéndolo bien. Tomé dos geles cada 10 Km y bebí en todos los avituallamientos. Cuando entré de nuevo en Roth, sabía que me había salido la carrera de mi vida. Una maratón de 3:31:43 para terminar mi segundo Ironman en 10:10:50.

En la meta la incredulidad dio inmediatamente paso a todo esos sentimientos que se atropeyan entre si por salir de los más profundo. Mi primer pensamiento fue para mi familia, Laura y Hugo, de felicidad absoluta por haber estado a la altura y no haberles defraudado. Hubiese dado lo que fuera porque estuviesen allí. Marta convirtió ese sueño casi en realidad cuando me pasó el teléfono mientras me derrumbaba en sus brazos a llorar. Al otro lado Laura también lloraba de felicidad.

A la euforia de la carrera siguieron unas semanas de aturdimiento y de no saber muy bien que pensar. Uno se queda vacio fisica y mentalmente después de algo como el Ironman. Jaime me dijo que escribiera mis conclusiones, pero la verdad es que ni yo mismo las tenía muy claras. Me había propuesto hacer una marca muy optimista de 10:30:00 y resulta que había sido 20 minutos más rápido, lo cual me estaba resultando difícil de digerir.

Evidentemente, lo primero en lo que pensé fue en que un sub-10 podía estar al alcance. En mi vida hubiese pensado que me iba a atrever siquiera a hablar de hacer sub-10. Pensé también en que si hubiese apretado en la segunda media maratón podría haber intentado alcanzar a Martin, gran amigo y primer A6 clasificado que terminó en 9:56. Pensé en que cosas podría mejorar la próxima vez. En fin, viví en una nube durante algún tiempo pero sin encontrar esa conclusión con mayúsculas.

Fue un mes después cuando de repente cai en la cuenta de que, ahora que mi vida iba a cambiar tan radicalmente por ser padre, estaba buscando mi inspiración en el lugar equivocado. No era en los que habían quedado por delante de mi en los que me tenía que fijar, sino en los que habían quedado por detrás. Compañeros de equipo como Jose Carlos, Fede o Iñaki. Padres de familia que han sacado tiempo de donde no lo hay para entrenar. Gente como Machi, que ha sobrevivido a un accidente de moto terrorífico en el que un borracho por poco le roba la vida y se han plantado en línea de meta rodeados por una familia que les quiere, les apoya y les admira. La imagen de Jose Carlos entrando con sus tres hijos, Hugo, Paula y Carlota, en meta es simplemente una de las cosas más grandes que he visto. Su abrazo en línea de meta mientras lloraba como un niño sobre mi hombro, un tiarrón de 42 años, todavía me pone los pelos de punta. Es un modelo para mi.


Los que han quedado delante... Si, efectivamente son buenos y me gustaría estar algún día entre ellos. Pero, los que han quedado por detrás de mí... Esos han sabido compaginar todo, no le han fallado a sus familias, han sido disciplinados y trabajadores, han aguantado una presión increible y han rendido al máximo de sus posibilidades, en 10:26, en 10:59 o en 11:14, me da igual. Lo han dado todo. Me quito el sombrero. Son mis idolos. Me propuse estar a su altura cuando llegase Hugo. Creo que la conclusión de Roth es esta: no sólo hay que mirar hacia adelante, sino también alrededor. Esta es mi gente, mis amigos, mis ídolos, mis puntos de referencia.

Un par de semanas después, casi sin darnos cuenta, ya teníamos al pequeño Hugo en nuestros brazos. Y con él, nuestra oportunidad de enfrentarnos juntos a un reto tan complejo y apasionante como el de ser padre.


Con él en nuestras vidas todo ha cobrado una nueva perspectiva, la escala de valores se recoloca y muchas piezas de repente encajan en su sitio. En estos dos primeros meses como padre, si tuviese que definir con una palabra que es lo que ha traido Hugo a nuestras vidas, aparte de una felicidad infinita, sería 'equilibrio'. Espero poder seguir disfrutando del triatlon y del Ironman, compartirlo con mi familia y saber transmitirle a Hugo los valores de esfuerzo y superación que me ha enseñado. Pero ya no veré el Ironman como un fin, sino como un estilo de vida y siempre desde el equilibrio.





viernes, 21 de mayo de 2010

En su justa medida

'Efecto Péndulo', 'Rebote'... llamadlo como querais. Pero lo cierto es que, cuando uno empieza a sentirse bien después de una pequeña crisis, corre el peligro de dejarse llevar por la euforia y pasarse de rosca.

En el término medio está la virtud. Jaime me puso el otro día un ejemplo que me gusto: preparar un Ironman es como jugar a las 'siete y media'. Tienes que acercarte todo lo que puedas, pero no te puedes pasar. Estamos a 9 semanas de la carrera y cualquier exceso se puede pagar caro. Demasiado volumen, demasiada intensidad o demasiada carga pueden hacer que, el día que de verdad tienes algo que demostrar, estés hecho unos verdaderos zorros.




He estado dándole vueltas al tema toda la semana y he encontrado estos versos de Pedro Muñoz Seca en "La Venganza de Don Mendo" que vienen que ni pintados (no es por dármelas de culto ¿eh? ¡Que ni me lo he leido! Lo he encontrado en Wikipedia, que yo no soy de Letras)


(...) un juego vil

que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces mil,
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Más, ¡ay de ti si te pasas!

¡Si te pasas es peor!


He estado pensando también en las cualidades que debe tener un buen triatleta (y supongo que cualquier deportista en general) y he caido en la cuenta de que suelo sobrevalorar aspectos como la Disciplina, el Coraje, la Confianza, la Fortaleza, etc. y sin embargo tiendo a infravalorar otros como la Perspectiva o la Templanza.

La Templanza, según me recuerda un compañero de trabajo (que tampoco es de Letras, lo cual me induce a pensar que él si que es culto), es junto a la Fortaleza, la Justicia y la Prudencia, una de las cuatro virtudes cardinales. Según la doctrina cristiana (lo cual no quiere decir que yo sea un seguidor acérrimo de ella), "es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes." La misma doctrina después prosigue con su discurso habitual de evitar los placeres de la carne, los apetitos sexuales y todo esos rollos con los que procuran anestesiar al personal. Pero para mi es más bien la capacidad de refrenar un impulso natural y sacrificar aquello que te apetece en beneficio de un bien mayor. En este caso, desde que me siento mejor y parece que mis niveles de hierro y hemoglobina han subido, cada vez que salgo a entrenar me apetece dar lo máximo. Pero hay que saber esperar y entrenar con la cabeza para después poder correr con el corazón. El problema es que solemos entender esto como una perdida de entrega, cuando no lo es.

Creyéndome Dan Brown, he investigado un poquito en internet y he encontrado estos dos cuadros que representan la Templanza. En el primero, un fresco de Rafael, se la representa como una mujer sosteniendo las riendas y el bocado de un caballo.



En el segundo, otro fresco pero esta vez de Ambrogio Lorenzetti, el objeto utilizado es un reloj de arena. Controlarse y saber esperar, esas parecen ser las claves para llegar en buena forma a Roth.


Por último, la palabra 'templanza' parace provenir de 'templo' y según algunos autores invita a considerar nuestro cuerpo como un templo y a evitar que lo profanemos con una mala conducta ¡No podría resultar más apropiado!

miércoles, 5 de mayo de 2010

Arenales 113 - Medio Ironman de Elche

"Only in racing is the only time you're true to yourself, is the only time when you actually face yourself"
Chris McCormack, "Macca", Campeón Hawaii 2007 Ironman

Hace un mes hablaba sobre mis sensaciones con Jaime y le decía que el año pasado me encontraba mucho más comodo durante los entrenamientos, mientras que este año sufría como un auténtico perro en cada sesión, lo cual estaba erosionando poco a poco mi confianza. Su respuesta fue - "Es que yo no te estoy preparando para que te sientas bien entrenando sino para que te sientas bien compitiendo". Como siempre, pensé que como el tio sabe 'un rato' de esto, le haría caso y esperaría a comprobarlo por mi mismo, aunque la respuesta me dejaba igual que antes.

La semana previa a Elche no fue nada agradable. El año pasado a estas alturas me metía una sesión de 90 Km + transicion y 20 Km a pie un par de veces a la semana y el sabado una salida de bici de 140 Km (lo cual no quiere decir que estuviese bien hecho). Y sin embargo esta temporada 90 Km en la cabra se me antojaban una tortura de la Inquisición y sólo había corrido más de 20 Km tres veces en lo que va de año, dos de ellas en carrera (Media Maratón de Fuencarral y Latina). Las sensaciones de las útlimas sesiones de entreno y los resultados de la analítica no contribuían mucho a mi estado de ánimo. Decidí descansar unos días, comer bien y hacer una última prueba el miércoles antes de la carrera.

Salí a hacer un rodaje tranquilo de 15 Km por un circuito llano que me conozco de memoría. El resultado fue patético. Me costaba mantener un ritmo de 5'/Km cuando hacia 2 meses corría sin problema a 4'25/Km por allí. Las pulsaciones por las nubes, a 10 ppm más de lo normal en ese terreno. Para colmo me sentía asfixiado por el sol y eso que la temperatura sólo era de 23º. El aire caliente parecía no querer entrar en los pulmones y terminé con el estómago revuelto. Nunca me he adaptado bien al calor y después del invierno que hemos tenido, esos primeros días de temperatura más alta me tenían preocupado. Me fui a casa sintiéndome agotado fisicamente y mentalmente.

No podía evitar pensar que lo mejor sería no presentarme a la carrera. Sinceramente no me veía capaz de terminarla. Ni siquiera me veía capaz de correr una media maratón en ese estado, así que mucho menos con los 1,9 y 90 Km de agua y bici de antes. La única cosa que me empujó a hacerlo fue el hecho de que Oskr, un compañero del A6, se había lesionado la semana anterior y no iba a poder participar. El pobre estaba en casa con la pierna en alto y el tobillo hinchado como una sobrasada, así que me pareció que plantearme siquiera el no participar, sólo por no tener las buenas sensaciones que a todo el mundo nos gusta tener antes de una carrera, sería una falta de respeto enorme hacia mi amigo.




Y no solo eso, sino que Oskr (en la imagen) había aceptado a acompañarnos durante la carrera con Blanca para animarnos y hacernos un reportaje fotográfico. Debe ser muy duro entrenar para una carrera, lesionarte una semana antes y aun así ser capaz de ir a animar a tus compañeros. Hay que ser un tipo de persona muy especial (Kayto sabe algo de 'eso' también). Mientras metía todos mis trastos en la maleta me sentía avergonzado por mi actitud y agradecido por compartir equipo y camino con gente así.

Viernes por la tarde: salgo del trabajo pitando, paso por casa a recoger a Laura y después de un viaje tranquilo llegamos a Elche. Cena con el resto del equipo y a dormir.

Sabado por la mañana: salimos a hacer un reconocimiento de parte del circuito de bici, para aquellos que no lo conocemos. El hotel parece tomado por los triatletas. Me encanta ver a la gente paseando las cabras por la recepción del hotel. Sensaciones? Pues las mismas que durante los últimos días: de debilidad y de simplemente 'no ir'. Por lo menos hace buena temperatura y salgo por primera vez en todo el año de corto a montar en bici.





Sabado mediodía: comemos en el hotel y los nervios previos a la competición ya se empiezan a apoderar de nosotros. Bueno... ¡De algunos más que de otros! Reconozco que sigo agobiado con la carrera y con más ganas de quedarme en el hotel que de otra cosa, pero los buenos ratos con los compañeros me hacen apartar mi mente de esos pensamientos que no aportan nada. He decidido no meterme más presión con la carrera y simplemente salir a correrla, como una sesión de entrenamiento de calidad ¿Qué mejor simulación de competición puede haber que una competición de verdad?




Sabado por la tarde: bike check-in y recogida de dorsales. Nos acercamos a Arenales y ya se respira el ambientazo pre-competición. Después de meter mi bici en boxes, damos un paseo pero decidimos no quedarnos a la reunión técnica porque a Laura, que ya está embarazada de 5 meses, le espera un día intenso el domingo. Una pena porque según me contaron fue todo un show.



Domingo, 'race-day': toque de diana a las 6:00 am. El desayuno, como siempre, haciendo un esfuerzo para meterme algo. Llegamos pronto a boxes. Ritual típico: inflar ruedas, bidones, visita al baño, geles, zapatillas, casco, gafas, visita al baño ... otra vez, dorsal, etc.

A las 7:45 am cierran los boxes y nos vamos todos a la orilla. Echo en falta el subidón que tienes cuando sabes que vas a salir a darlo todo. Mis compañeros están que se suben por las dunas de la playa y yo todavía no me creo que me vaya a meter en el agua.

8:00 am y salen las chicas. "Animo Ruth, tu si que vas a darlo todo." A los del GE 30-34 nos toca esperar hasta las 8:40 am y el tiempo de corte para el segmento de natación son las 9:30 am para todo el mundo "¿Te imaginas que no llegas?" Con la cremallera del neopreno subida, ya no queda mucho más que hacer, salvo esperar. Esperar y esperar. Lo peor. Intento distraerme bromeando con los amigos. Para algunos de ellos es su primer tri. Otros se estrenan en la distancia. Y como siempre, la natación, para aquellos que no nadamos bien, es lo que más angustía e incertidumbre nos genera. Kairoo y Rodrí ya están con la risa tonta.



Me hace especial ilusión tener en la línea de salida a Jorge y Josemi, dos auténticos 'Guinners' (ver su blog) que conocí el año pasado en la Casa de Campo y a los que admiro por su capacidad de disfrutar planteandose nuevos retos. Parece que les hemos envenenado con el triatlón y este es su primer medio Ironman. Y a Martín, mi 'padrino' y siempre punto de referencia, que se quedó fuera de la carrera porque es un desastre pero al final consiguió un dorsal.




Se va acercando la hora y toca calentar. Veo a todo el mundo metiendose en el mar con gran alegría pero a mi me parece que el agua está gélida - "Casi que va a ser peor. Mejor caliento en la orilla."





A las 8:30 am nos empiezan a llamar por número de dorsal a la cámara de salida. No entiendo para que llevamos un chip, pero bueno... Poco a poco vamos entrando todos. Ultimos ajustes. Gorro, gafas... todo en su sitio. Visualizo el paso por las boyas. Alguien comenta algo acerca de la dirección de la corriente. Que más da, si al final acabo siempre siguiendo a los que van delante. ¡Ya me gustaría a mi ser capaz de orientarme mientras nado en el mar!



A las 8:40 suena la bocina. Me veo a mi mismo corriendo hacia el agua y no puedo evitar preguntarme - "¿Pero que haces hombre? ¿Ya estas otra vez metido en el lio?" Pues si. Ya estamos otra vez TODOS metidos en el lio. Los primeros 200 metros son como siempre, buscando un hueco y procurando que no te caiga la del pulpo. A partir de ahí me sorprendo de encontrar un buen ritmo y encontrarme cómodo. Intento ajustarme al planteamiento que me he hecho desde esos mismos instantes iniciales: esto es un entrenamiento más. Busco unos 'buenos pies' que me lleven e intento seguirlos. Lo consigo durante unos 300 metros, pero es difícil y acabo saltando de grupo en grupo. Llegamos al 1.000 m y me encuentro bien, lo cual me sigue sorprendiendo bastante. Sin embargo, al llegar a la última bolla y girar hacia la playa me empiezo a encontrar débil, como todos estos días pasados. Me asalta una sensación de decepción, como si inconscientemente hubiese llegado a creer que todo se iba a arreglar milagrosamente durante la carrera. Estaba bastante ocupado en pensar solamente en llegar a la orilla pero la idea de abandonar ya estaba empezando a rondar mi mente.




Los ultimos 200 m se me hacen eternos. Salgo del agua mareado y voy haciendo eses mientras me busco la cremallera del neopreno. Ni idea de que tiempo he hecho, he dejado el Garmin preparado en la bici. Veo a Laura animándome en la playa. Corro por la pasarela de madera hasta la transición como un verdadero autómata - "No pienses, no pienses o no te subes a la bici" me repito a mi mismo. Procuro no entretenerme en la transición, lo justo para ponerme los calcetines. Mi única referencia hasta ahora en esta distancia es el Half Challenge de Barcelona de 2009, en donde hice una T1 vergonzosa de más de 7 min, así que es fácil de mejorar. No quiero ni mirar pero me da la impresión de que no quedan muchas bicis en la T1, la verdad. Generalmente el segmento de bici es el que más disfruto, pero ahora mismo estoy temiendo subirme a la cabra. Corro hacia la salida de boxes como el corderillo que va al matadero.





En las rampas de salida de Arenales se respira una mezcla de prisas y testosterona. Intento no dejarme llevar ni picarme con los que me adelantan para no pasarme de vueltas nada más empezar. Ya voy justo de fuerzas como para dejarme algunas en este punto. En los primeros kilómetros llanos me acoplo y busco un ritmo cómodo, pero desde el principio veo que las piernas simplemente no van. La gente me adelanta con una sonrisa socarrona, seguramente vayan pensando - "¡Vaya pedazo de globero! ¡El tio lleva una Cervelo y no se mueve!"

Al empezar la larga y tendida subida hasta Aspe me desanimo completamente. No soy capaz ni de mantener unos 170 W y Rodrigo me adelanta como una moto. Este es mi peor momento de la carrera. Pienso que no quiero estar allí, que quiero bajarme de la bici y abandonar. La gente no para de adelantarme. Me siento fatal. En mi interior hay una lucha a muerte entre mis emociones, el deseo instintivo de parar y un tímido sentimiento del deber que me empuja a hacer aquello que es correcto, que es terminar lo que uno empieza. Mi mente me la está jugando. Intento negociar conmigo mismo un acuerdo para continuar. Entonces me acuerdo de Laura y de su barriga de 5 meses y de todo lo que ello supone para mí - "Ahora vas a ser padre, Alvaro. Hay una personilla que va a aprender de los ejemplos que tu le pongas. Tienes una responsabilidad muy grande entre las manos. Que triste sería que la lección que le des a tu hijo la primera vez que viene a una carrera es la de abandonar cuando las cosas se tuercen. DEBES terminar la carrera. Como sea." No os voy a decir que de repente se oyese "The Eye of the Tiger" de fondo y me levantase del sillín a pedalear como una bestía como ocurre en las películas, pero si diré que este fue un pensamiento muy poderoso al que aferrarme durante el resto de la bici.

Cambio de chip. Me olvido de la competición. Pienso simplemente en llegar a T2. Bajo el ritmo hasta el 'sweet point', como dicen los yankees, en donde me encuentro cómodo y cambio la pantalla del Garmin para no tener la tentación de volver a mirar los watios ni una sola vez. En la subida a Aspe me acompañan durante un rato Oskr y Blanca en la moto. Se agradece mucho ver una cara conocida.




Llega la bajada por fin. El primer tramo sin problema, pero los ultimos 25 Km de llaneo de vuelta a Arenales se me hacen eternos por el viento en contra. Kairoo me adelanta como un avión, lo cual me tranquiliza porque había llegado a pensar que se había ahogado (literalmente). Llego a las rotondas de entrada un poco sorprendido de ver que voy a terminar la bici en 2h40 aproximadamente. Se aproxima la T2. No he querido ni pensar en ello durante la bici, suficiente tenía con no bajarme, pero este momento me tiene angustiado. El calor me preocupa mucho. Se que voy a sentir como si me diesen con un mazo en cuanto empiece a correr. El año pasado en el Half Challenge, después de una bici de 2h36 con buenísimas sensaciones, me bajé a correr y exploté en el primer Km del paseo marítimo de Calella. Me parecía que el aire caliente entraba en mis pulmones sin arrastrar ni pizca de oxígeno. Me arrastré hasta la meta en 1h52. El recuerdo de aquel momento me persigue desde entonces y hoy me preocupa especialmente.

Llego a la T2 y echo el pie a tierra (esto debe ser lo único que hago como un Pro). Cierro los ojos para no ver lo que va a pasar y empiezo a correr... Nada... No siento nada. Ni pinchazos, ni calambres, ni las piernas rígidas... nada. Sorprendente. Corro por la larga alfombra roja que nos lleva hasta boxes. Laura está alli, junto a la valla. Me pregunta mientras me calzo las zapatillas - "¿Que tal vas?" - "Estupendo cariño, voy de puta madre!". Ni de broma, ya me gustaría a mi, pero no quiero preocuparla. Laura es de las que si me ve mal no me deja salir de la T2.

Las Asics entran como un calcetín. Había pensado en traerme las Nike Elite o inlcuso las Pegasus - "Total, para correr a 5'30/Km no me voy a llevar las zapas rápidas", pero después me acordé de lo que siempre dice Martín - "Bueno, ya que estamos en el baile, bailamos" y eché las Asics Bandito a la maleta. Salgo a correr con un solo objetivo en la cabeza, terminar, y una estrategía, encontrar un ritmo y mantenerme refrigerado como sea. Agarro dos botellas de agua a la salida de T2. Bebo un poco y lo que sobra me lo echo por encima. La otra me la quedo y ya no me separaría de ella hasta el final. Me obsesiona el calor y quiero tener agua que echarme por encima en todo momento sin tener que esperar a los avituallamientos.

Empiezo a ver amigos de camino a las escaleras, 'pomponeros' como nos gusta llamarlos cariñosamente, animando como locos. Me emociono al sentir la entrega con la que nos empujan. A algunos los he conocido esta misma mañana, pero se desgañitan gritando mi nombre. De alguna manera ellos corren con nosotros. Es difícil explicar con palabras lo que nos hacen sentir cuando pasamos por su lado. Estoy tan sumido en estos pensamientos que no me he dado cuenta de lo bien que estoy corriendo. Rodrigo está a tan solo unos metros delante de mi - "Creo que puedo alcanzarle." Le paso en los primeros peldaños de las famosas escaleras - "Rodri, vente conmigo!", pero se queda atrás. En la rampa de hormigón que sigue a las escaleras, un espectador me dice - "Muy bien, muy bien... muy buena zancada!" Zancada? Me está vacilando? Pero el caso es que me siento misteriosamente bien. Subo la rampa corriendo y adelantando a gente que va andando.

Cuando llego de nuevo al paseo marítimo mi sorpresa se va confirmando muy poco a poco - "¡Joder! ¿Como puede ser? ¡Me siento FUERTE!" Tengo unas sensaciones absolutamente imprevistas. No me lo creo ni yo mismo, así que no quiero lanzar las campanas al vuelo porque aun quedan unos 17 Km por delante. El caso es que de camino a la playa me siento VOLAR. Miro el Garmin que marca un ritmo de 4'10/Km - "¡No puede ser! Debe de haber perdido la señal GPS". Por si acaso me concentro en mi estrategia: ritmo y refrigeración.




Llego a la zona de la playa y empieza el 'raid' de aventura. Primero la pista de tierra con piedras, luego las pasarelas y al final la dunas, las famosas y temidas dunas. Oigo a gente maldecir a un tal Ximo. Me cruzo con algunos compañeros del A6. No paro de adelantar a gente y cada vez me encuentro mejor, así que empiezo a pensar positivamente por primera vez en toda la carrera.




Al final de la primera vuelta me siento fuertísimo y con mi confianza subiendo como la espuma. Ahora ya se exactamente lo que me queda hasta la meta. La segunda subida por las escaleras oscurece efimeramente el horizonte despejado que he empezado a ver. Un pequeño pinchazo en los isquios me invita a subir andando. Oigo a más gente maldecir al tal Ximo, esta vez más y más alto - "Pero... ¿Quién demonios es Ximo? ¡Joder!"



La segunda vuelta transcurre igual que la primera. Adelanto a unos cuantos A6, con su 'tocata' de culo correspondiente. Se que llevo a Kairoo unos 45 segundos delante y fantaseo con alcanzarle, pero me acojona un poco pasarme de vueltas intentando hacerlo y terminar una carrera excelente haciendo la cucaracha a medio kilometro de meta. Me concentro en disfrutar de lo que estoy haciendo, de lo que estoy sintiendo. No se de donde ha salido esta fuerza, pero me parece un auténtico regalo del cielo. La gente se va a apagando a mi alrededor y yo cada vez me encuentro más fuerte.

Último kilómetro: enfilo la recta del paseo maritimo a 4'05/Km (si, si, no me lo creo ni yo). Hace unos meses soñaba con una media maratón sub-1h40 en Elche. Sé que ando por ahí de tiempo, pero ahora sólo pienso en Laura y en el bebé. La veo unos 200 m antes de la meta y no puedo evitarlo. Me paro a darle un beso a ella y otro a su barriga. Me cuesta mucho no emocionarme. Intento mantener la compostura porque seguro que si Oskr me saca llorando en la foto de meta se va estar cachondeando de mi un par de meses. Vuelvo a la carrera para recorrer lo que me falta con una sonrisa de oreja a oreja ¡Creo que podría dar otra vuelta al circuito sin problema!



Me paro unos metros antes de la meta y camino lentamente los últimos pasos. Quiero saborear este momento. Hay algo casi místico en ello. Hoy he aprendido una lección muy grande. Siento vergüenza por haber sido tan negativo, tan 'llorón', desde el principio. Me siento como el niño malcriado y enfurruñado el día que se hace mayor y de repente cobra consciencia de lo equivocado que estaba.

Uno de los chicos de IVADIS me coloca una de las medallas que ellos mismos han hecho artesanalmente. Me emociono más aún. Me avergüenzo de nuevo al pensar lo afortunado que soy, en todo lo que tengo y en lo mucho que me cuesta sentirme agradecido por ello. Supongo que tener dos brazos y dos piernas con los que poder nadar, montar en bici y correr es algo que todos damos por supuesto, pero no debemos olvidarnos de agradecer todos y cada uno de los días que practicamos triatlon porque hay gente para la cual esto no es así.

Un tipo de la meta al que no conozco me abraza con una efusividad que me resulta cuanto menos curiosa, teniendo en cuenta de que estoy sudado de arriba a abajo - "Pero ¿Quien es este tio?" - pregunto al llegar a zona de avituallamiento - "Joder, no te enteras ¡Es Ximo! El director de la carrera." ¡La madre que lo parió! De haberlo sabido le habría insultado... y después le habría abrazado más aun por haber creado una carrera tan especial. Soy consciente de que hay muchas voces críticas con ella, pero a mi me ha gustado, especialmente el castigo para los 'chupa-ruedas'.


Al final los tiempos quedaron así: Natacion 35:08 - T1 3:55 - Bici 2:45:23 - T2 2:01 - Carrera 1:40:33
Total 5:01:04


Después de unas latas de refresco y algo de fruta, estamos listos para lucir nuestra scamisetas de Finisher. Kairoo, me mola que salgas en las fotos porque con tus 'tattoos' le das un punto 'cool' al asunto, rollito Josef Ajram.



Ruth, esta vez no pude contigo, aunque teniendo en cuenta como ha ido todo, estoy muy satisfecho con la carrera. Se que antes de empezar estabas nerviosa porque el nivel era muy alto, pero has conseguido lo que te habías propuesto y encima me has sobao los morros ¡Enhorabuena por tu tercer puesto! ¡Y que bien quedan los colores del A6 en el podium!



Este post se está haciendo interminable, pero no puedo acabar sin antes dar las gracias a todos nuestros 'pomponeros' que nos llevaron en volandas durante la carrera. Pasar seis horas bajo el sol, corriendo de un punto del circuito a otro y gritando hasta quedarse afónico es también bastante duro por lo que todos los que os acercasteis a Elche teneis mi respeto, mi cariño y mi más sincero agradecimiento. Cuando gritais nos empujais, de verdad, muchas gracias. Sois muchos y no tengo fotos de todos, pero esta es simpática, con Laura y Anita embarazadas de 20 y 30 semanas respectivamente. Bego y Martita no están embarazadas... que sepamos.



Un 'gracias' enorme a Oskitar y a Blanca por el super-reportaje fotográfico que nos hicisteis. Os lo currasteis mucho.

Por ultimo quiero mandar también un agradecimiento muy especial a los chicos y chicas de IVADIS. Estuvisteis horas en los avituallamientos dándonos agua y fruta, dandonos ánimos y procurando que no nos faltase de nada. Y me enseñasteis mucho. No he encontrado fotos de este año pero aquí dejo algunas del año pasado. Por cierto, me encanta la medalla. Muchas gracias.



El análisis y las conclusiones... bueno, los dejo para otro post.

lunes, 26 de abril de 2010

Muy mal se nos tiene que dar...

El otro día me decía un amigo que a ver cuando le quitaba las telarañas al blog. Llevo más de dos meses sin publicar nada porque no ha habido mucho que quisiese compartir, la verdad. Más bien todo lo contrario. Sobre lo dicho en mi anterior post, nada, no lo he conseguido. El maldito invierno, el más lluvioso de los últimos 50 según los meteorólogos, me fue desgastando poco a poco ('al merme', como diría José Mota) hasta que un día exploté subiendo a la Cruz Verde. Pensé que era un pajarón monumental y nada más, pero en los días siguientes seguí encontrándome debil y con malestar de estómago. También notaba que las pulsaciones me subían más de la cuenta en recorridos a pie que normalmente hacía sin dificultad. En un par de días me encontraba arrastrándome y pasandolas canutas para cumplir los entrenos de Jaime. Hora de hacerse una analítica.




Cuando los resultados llegaron una semana más tarde, la causa de mis síntomas no podía estar más clara: los niveles de ferritina y hemoglobina por los suelos. Por un lado me tranquilizó saber que era lo que me estaba pasando, pero por otro lado me invadió la decepción y la preocupación. Este año era EL AÑO. Por mi planteamiento de vida a corto plazo (trabajo, familia, etc.) era obvio que esté iba a ser el último año en que podría dedicarle tanto tiempo al triatlón, así que me había propuesto darlo todo y hacerlo lo mejor posible. Iba a buscar el sub-5h en el medio IM de Elche y las 10:30 en Roth pero, a la vista de los resultados, daba Elche absolutamente por perdido y a solo 15 semanas de Roth tenía muchas dudas acerca de poder terminarlo siquiera.

Estuve preguntándome algunos días en qué había fallado. El proverbial "tiro por la culata" se me quedaba corto. A mi me había salido el cargador entero. En Septiembre había hecho una lista con todas las cosas que suponía me ayudarían a cumplir mis objetivos: material, plan de entrenamiento, estrategia, periodización, nutrición, complementación, fuerza, etc. A estas alturas de temporada esperaba estar como un toro y sin embargo, me pongo a pensar en una salida con la cabra de mas de 90 Km y me hecho a temblar. Me he pasado todo el invierno sientiéndome débil y enfermizo. He perdido peso y mis compañeros me dicen que estoy "tísico".

Otro proverbio que se adaptaba muy bien a mi situación es el del arbol que no deja ver el bosque. Me figuro que el fallo ha sido olvidarme de disfrutar de todo lo que estaba haciendo. Me he obsesionado con planes de nutrición, ritmos y watios y se me ha olvidado lo más importante y es pasarlo bien. Hacer lo que me apetezca, cuando me apetezca y dejar que mi instinto me guie a hacer las cosas que siento que me vienen bien y me hacen sentir fuerte. En estos momentos pienso en ese subgrupo de tipos carismáticos del A6 que se hacen llamar 'Parreño's Team', por su 'fundador' Pedro Parreño, y que viven el triatlon de forma totalmente desenfadada. Su leif motiv es "Muy mal se nos tiene que dar...", lo que genaralmente va seguido de un "para no terminar esta carrera" o "para no ligar esta noche", lo cual denota esa actitud de despreocupación y de aceptar las cosas tal y como vienen. Y pienso en lo mucho que tengo que aprender de ellos en algunos aspectos (He dicho algunos aspectos Parreño, que lo de fumarse un piti nada más cruzar la meta es muy heavy). Ni que decir tiene que me tienen absolutamente vedado de formar parte de su grupo ¡Claro! Un Parreño no usa PowerTap, un Parreño no sobre-entrena, un Parreño no se toma un zumo de naranja si no lleva un chorrito de vodka, etc.

Sólo hay una cosa peor que un novato, y es un novato que se cree que ya no lo es. A principio de temporada pensé - "Bueno, Alvaro, el año pasado te metiste en esto del Tri y sin tener ni puñetera idea te hiciste tu plan de entrenamiento y terminaste Frankfurt en 11:30. Este año estás en un equipo rodeado de gente que sabe un montón y dirigido por dos entrenadores de la leche con una gran experiencia... ¡Muy mal se te tiene que dar para no bajar de marca personal!" Bueno, pues por el momento se me ha dado fatal.

Yo pensaba que por haber hecho un Ironman, ahora todo iba a ser coser y cantar. Y nada más lejos de la realidad. Estoy a una semana de Elche y a dos meses de Roth y me veo en la cuerda floja. La parte positiva es que llevo mucho menos 'tute' que el año pasado por lo que, si mi cuerpo absorbe bien el hierro que estoy tomando, podré meterme caña en estos dos meses y tratar de llegar a tiempo.

Ya veremos si sobrevivo a Elche... Ya os contaré.

Parreños, este post va por ustedes. Seguid así campeones.

lunes, 22 de febrero de 2010

Optimismo y Disciplina

Cada mañana, cuando mi despertador suena a las intempestivas 6:10 am, procuro hacer un ejercicio consciente de agradecimiento. Intento evitar la patética costumbre de compadecerme a mi mismo por una existencia que, a esas horas, no me suele resultar otra cosa más que miserable. Trato de pensar en lo afortunado que soy por tener junto a mi una mujer maravillosa, un trabajo estable (que con la que está cayendo...), vivir en una casa estupenda, etc. Incluso si no tuviese nada de eso, pienso que seguiría siendo un afortunado por tener dos piernas, dos brazos, dos ojos y una buena salud. Pensándolo friamente, me avergüenzo cuando me descubro a mi mismo quejándome. Y sin embargo, en estos días hay algo que me tiene profundamente amargado y es este puto invierno, con perdón.

En estos meses, en los que mi web más visitada es la de la Aemet (Agencia Española de Meteorología), disfruto mortificándome cada día con la previsión semanal. En el apartado de estadísticas he descubierto además que Diciembre y Enero han sido el doble de lluviosos que el año pasado. O sea, que no es una impresión mía. Es que no para de llover ¡Joder! Hablando con otros triatletas veo que el sentimiento generalizado es de bajón, con tendencia a depresión, acompañado de hastío. El invierno ya aburre. Para más INRI, algunos compañeros del A6 que se iban de stage a Lanzarote tuvieron que volverse a Madrid porque el temporal de viento y lluvia en Canarias les impidió aterrizar en Guacimeta. El caso es que, entre pitos y flautas, vientos, lluvias, nieves, olas de frío polar y demás inclemencias, los rodillos y las PT300 echan humo y desde hace tres meses no hay día que no vuelva de correr con estas pintas.




Yo soy un tipo gruñon por naturaleza. Mi rango de reacciones ante algo que me disgusta suele variar entre el me-enfado-y-no-respiro, me-enfado-y-no-juego y me-enfado-y-la-cago-por-angustias. El otro dia, después de leer en el blog de Jaime un post que viene al caso, mientras me arrastraba de charco en charco bajo una lluvia helada, procuraba no maldecirle demasiado por animarme a salir con ese tiempo y pensar en cualquier cosa que no fuese el frio que sentía. Acabé pensando en el optimismo y en la suerte que tienen las personas que son de naturaleza optimista. Y me di cuenta de que ese punto de vista era precisamente el que me estaba causando el problema.

Si piensas que el optimista nace, entonces no hay mucho que puedas hacer para llegar a serlo. Lo eres o no lo eres. Punto. O puedes pensar que el optimista se hace, y entonces la cosa cambia. Ser optimista puede ser un don, pero yo creo que la mayoría de las veces es una elección. No me creo que nadie en su sano juicio que lleve tres meses sin ver el Sol y congelado cada vez que sale a entrenar tenga un estado de ánimo positivo de forma natural y espontanea. Hay que currarselo. Igual que un músico toca bien un instrumento porque, independientemente de la facilidad que tenga para ello, practica horas y horas cada día, el optimismo es una capacidad que hay que ejercitar.


Se dice que para hacer triatlón hay que tener una enorme fuerza de voluntad y una gran disciplina. Los triatletas nos gustamos (reconozcamos que somos un poco narcisos) cuando identificamos estas cualidades en nosotros mismos. Si hay que salir a correr salimos. Maldecimos y juramos, pero salimos. Y sin embargo, hay ciertos aspectos para los que no somos tan disciplinados ¿Qué pasa con el reposo? ¿La alimentación? ¿Qué pasa con las lesiones que no dejamos que curen correctamente? ¿O con los días que no toca entrenar y aún así salimos a "trotar" o dar una "vueltita en bici"? ¿Y que pasa con nuestra actitud mental? ¿Cuanto tiempo le dedicamos a entrenar esa faceta?

De repente me doy cuenta de la cantidad de esfuerzo, dinero y tiempo que invertimos en ciertos aspectos del entrenamiento y lo descuidados que tenemos otros. Seguramente las zapatillas nuevas que compré hace unas semanas no me hagan mejorar más de 10 segundos en una medía maratón y, sin embargo,
invertir un poco más de tiempo en desarrollar el hábito de tener una actitud más optimista ante lo que me rodea tenga un impacto mucho mayor en mi rendimiento, o por lo menos en mi forma de entrenar.




Así que me he hecho el firme propósito de dedicar un poco más de tiempo de buena calidad a trabajar este aspecto. Ya os contaré. Intentaré encontrar, como decía Bryan, the bright side of life en cada cosa que me suceda. Y, para empezar, los pantanos están llenos y tenemos agua para parar un tren ¿Eh? ¿Que os parece?

lunes, 15 de febrero de 2010

Airvolution

Hace ya unas semanas que tengo la nueva corderita y, aunque el invierno sigue sin darnos mucha tregua, ya he podido hacer un par de salidas con ella con muy buenas sensaciones. Bueno, salvo el día que hicimos Majadahonda - Soto - Majadahonda, 105 Km a 33 Km/h de media, en el que la sensación era que me iba a morir, sobretodo en los repechos de la via de servicio de la A6.

El cambio de talla se nota especialmente en las medidas verticales, ya que el tubo horizontal no tiene mucho cambio respecto a la talla superior y jugando con la posición del sillín y la longitud de la potencia se tiene bastante margen de maniobra. Sin embargo, ahora llevo más tija de sillín fuera, lo que unido a la pipa mas corta del cuadro, me permite ir más bajo que antes. Además, me quedan dos anillas espaciadoras en el tubo de dirección, asi que aun puedo bajar unos 2 cm más. De momento lo he dejado así para ir acostumbrándome y ya lo bajaré cuando me haya salido callo en salva sea la parte.

Y hablando de eso, después de probar varios sillines, al final parece que el mejor (o menos doloroso) es el Specialized TriTip Gel SL con punta de 50 mm. No era yo muy amigo de lo de ir sentado en la punta del sillín mientras vas acoplado, pero he de reconocer que noto una gran diferencia en el pedaleo cuando lo hago (ya me lo decía Kayto), asi que me estoy curtiendo en esta nueva posición.

Os pongo aquí la foto de la comparativa P2C talla 54 vs. P3C talla 51. Creo que, aun a falta de hacer un 'fine tunning' definitivo, la mejora es significativa. Me dio miedo de lanzarme a la piscina, pero estoy contento con la decisión.



miércoles, 27 de enero de 2010

Montecarlo 'bike fitting'

Después de una semana en cama y otra arrastrando las consecuencias del estreptococo 'asesino' que me atropeyó, me voy recuperando poco a poco. Lo que más me ha costado retomar ha sido la bici y el gimnasio, ya que en el agua apenas me he enterado (excepto por los ataques de tos) y corriendo ya estoy rodando otra vez a los mismos ritmos que antes de Navidad. Quedarse en cualquier repecho da mal rollo, pero lo que de verdad ha hecho que me coma las uñas hasta los nudillos ha sido recibir en casa todo el material que llevaba semanas esperando y no poder salir a darle caña.

Curiosamente, a la vez que desenvolvía mi cuadro nuevo, de pura carambola recuperaba también mi primera bicicleta de carretera, una Peugot Ventoux que me compró mi padre hace 20 años en el Corte Inglés. Ni se preocupó por la talla, asi que con 12 años andaba yo metíendome salidas de 70 Km por Mallorca con una bici que me venía enorme y sin saber que el Ventoux es esa mítica montaña desde la que se 'ven' los Campos Eliseos en Julio (que sacrilegio por Dios). Años después fue mi medio de transporte cuando estudiaba en Londres y no tenía dinero ni para el autobus. Ahora me vendrá bien para moverme por Majadahonda y no preocuparme de que me la puedan robar a la puerta de cualquier supermercado.




Cuando me propusieron hacer el Ironman por primera vez, mi excusa inmediata fue - "Es que no tengo bici." Un par de semanas más tarde encontré una verdadera preciosidad de Specialized Tarmac Elite por un buen precio. Después de años de bici de montaña, esta 'flaca' me parecía un auténtico tiro. Y como por aquel entonces tenía menos idea aún que ahora, pensé que para adaptarla a carreras de triatlón bastaría con ponerle un acople...




El primer día que salí con ella e intenté acoplarme no podía creerme lo incomoda que resultaba la posición. No sabía que parte del cuerpo me dolía más, si la espalda, los hombros, los triceps o ... bueno... o esa. Y por supuesto me resultaba casi imposible pedalear con fuerza. A partir de ahí, empezó un largo proceso de ensayo y error que ha durado mas de un año hasta encontrar la postura que resultase eficiente y que equilibrase los tres aspectos que para mi son fundamentales sobre la bici: aerodinámica, potencia y comodidad.

Por supuesto, el primer pensamiento fue - "Claro, voy incomodo porque no es una bici específica de triatlón..." Probé con una potencia más corta y adelantando el sillín sobre una tija neutra y mejoré significativamente, por lo menos la comodidad. Entonces me encapriché locamente de una Specialized Transition que vi en una revista y después de un par de semanas de comerle la cabeza a Laura, la medio engañe para que me dejase meter en casa una cuarta bici.




Por aquel entonces no teníamos trastero y entre el salón y uno de los dormitorios habíamos distribuido la bici de montaña, la de descenso, la de carretera y ahora la 'cabra'. En las dos primeras salidas estaba tan emocionado y le pisaba tan fuerte a las bielas que no llegué a tener sensaciones 'reales' sobre la bici, pero cuando se me pasó el subidón y empecé a rodar con normalidad me di cuenta de que aquello me resultaba de todo menos cómodo. La postura me mataba y el 52 se me atragantaba. Además, preocupado por lo 'larga' que me había resultado la Tarmac, me compré la Transition en talla S y me quedaba un poco pequeña. La prueba definitiva la hice en una salida de 130 Km de Brunete a Miraflores y vuelta. Cuando llegué a casa me dolían tanto los hombros que se me hacía imposible pensar si quiera en correr una maratón. "Y ahora... ¿Qué hago?" Laura me había 'invitado' a deshacerme de una de las bicis y había vendido la Tarmac (cosa de la que siempré me arrepentiré, que pena me dio), así que tuve mi primer momento de crisis existencial triatlética ¿Quedarme la Transition y comprometer el Ironman? ¿O arriesgarme a que Laura me matase, esta vez con razón, por aparecer en casa con la tercera bici en solo tres meses?

La decisión fue drástica pero correcta: deshacerme de la Transition, una bici que, aunque muy bonita, no parecía que fuese a ponerme en T2 en disposición de correr con garantías de nada. Me fue imposible encontrar otra Tarmac a buen precio, asi que me decidí por una bici que me recomendaron mucho y que resultó muy buena elección: la Lapierre X-Lite 400.




Como ya había escarmentado con las otras dos, decidí ir a lo seguro ¡No más catálogos! Probé la bici en la tienda hasta que estuve seguro de la talla, cambíe el 52-39 que llevaba por un Compact y estuvé usándola todo el invierno hasta acostumbrarme a ella. En primavera le puse el manillar de cabra y los acoples y una ruedas que conseguí por muy buen precio. En Mayo la usé en mi primer triatlón de larga distancia en Calella con un parcial de 2h34 en 90 Km, y un mes después en Frankfurt.



Había encontrado una postura muy comoda que me permitía pedalear bien durante 180 Km. Tema potencia y comodidad resuelto. Faltaba la aerodinámica. Y como me prometí que si acababa el Ironman me volvería a plantear lo de la cabra, en Agosto empezé a fantasear con ello otra vez. Por si esto no fuera suficiente, en una presentación de Alvaro Velazquez me horroricé al saber que el 65% de la potencia sobre la bici se pierde literalmente en rozamiento con el aire. Estaba convencido.

Esta vez nada de experimentos. Lo tenía claro: quería una Cervélo. En Frankfurt me harte de ver pasar tios con Cervelos y aunque la Argon también me gustaba, al final el peso de la estadística se impuso. Y otra vez empezó el calvario de elegir la talla. Me puse en contacto con los distribuidores en Madrid y ninguno tenía bicis de muestra. En el Festibike, el stand de Cervelo solo tenía una talla 56. Me harté de leer foros en donde la gente opinaba sobre el tema. Pasé noches sin dormir y según Laura profería ruidos ininteligibles entre los que sólo lograba distinguir dos palabras - "mmmmsssscincuentaaaayunoooo?... ooOooOOo.. mmmsssscincuentaaayycuaatroo?"

Parece increible que uno vaya a comprarse un cuadro de 1800 euros (P2C) o de 2800 euros (P3C) y tenga que elegir la talla chupándose el dedo y sacándolo por la ventana para ver de donde viene el aire. Si, ya lo sé, esto no es USA, pero allí tienen servicios verdaderamente profesionales que te permiten hacer un 'bike fitting' en la propia tienda a través del cual, no solo te recomiendan una talla, sino la marca que mejor se adapta a tus características. Eso es dar un valor añadido a la distribución del material y no como aquí, en donde te venden un cuadro como podían venderte una caja de churros. En fin, que como estaba cómodo con mi postura en la Lapierre, me decidí por una P2C en la talla que más se parecia a ella, la 54.




La cosa fue bien durante un par de meses. Yo estaba encantado con mi P2C (preciosa ¡Que bici más bonita!) y a medida que iba quitando anillas de la pipa de la horquilla me creía más y más aerodinámico. Hasta que me hice la foto... y vi el desastre. Sin más anillas que quitar y ni un centímetro que rascar de ningún sitio, la verdad se hizo evidente ante mis ojos: me había equivocado de talla ¡Otra vez! Pero como a estas alturas uno ya está curado de espanto, pues nada de lamentos y vuelta a empezar: vender el cuadro y buscar otro en talla 51. Y ya que estamos, pues tirar la casa por la ventana y que sea un P3C. Y para terminar de arreglarlo, pues le ponemos unas Zipp y un manillar Hed V8 ¿no?

Jaime me ayudó buscando el material a buen precio y Josele se quedó con la P2C, en la que va como un misil. Para las Zipp tuve que deshacerme de mi Specialized SX Trail de enduro, otra bici a la que tenía un cariño especial. Y luego vino la otra decisión que me tuvo noches sin dormir también: tubular o cubierta. Para esto recogí opiniones de todo tipo y estuve a punto de dejarme engatusar por los cantos de sirena de los que me recomendaban tubular, pero al final la sensatez me hizo decidirme por la cubierta. No sea que la vayamos a liar y estropeemos la carrera que se pasa uno preparando todo un año.

Así que después de un año de hacer y deshacer, de probar distintas posturas y material, de equivocarme y volverme a equivocar... de aprender, en definitiva... aquí lo teneis, el producto final: Cervelo P3C. Cuando terminé de ajustarla en casa, la miré y pensé - "¡Hostias! Creo que me he pasado tres pueblos". Depués vi en una revista a Marcel Zamora con la misma bici y me dio hasta vergüenza. Pero, como dice Carlos, vamos a disfrutar de esto que son dos días. Y como dice Kayto, ganar igual no ganamos nada, pero en las fotos vamos a salir espectaculares.




Me toca trabajar todavía un poco la postura, pero os puedo decir que con los ajustes básicos ha mejorado mucho respecto a la P2C. Y aun me quedan 2 cm para bajar el manillar, así que hay margen de mejora. En el próximo post os pondré las fotos comparando ambas posturas.

Por cierto, el método de Montecarlo es "un método numérico que permite resolver problemas físicos y matemáticos mediante la simulación de variables aleatorias". Vamos, que pruebas con un número al azar y si no te gusta el resultado pruebas con otro... y así hasta que das con el número que más se aproxima a la solución. Ensayo y error, vaya. Tiene narices que haya tenido que hacer el 'bike fitting' asi ¿eh?